Película nº 160/VI Ascensor para el cadalso (1958)


Presenta y modera: Lina Candil
Ficha nocturna y jazzística realizada con sordina



8 comentarios:

  1. En primer lugar, felicidades Lina por tu presentación. Ya has abierto tu puerta y además muy bien. Esperemos que haya más.
    La película ha resultado una delicia.
    Opino como JPablo que sólo con escuchar la música viendo a la protagonista ya me es suficiente.
    Sin embargo, y después de escuchar la variedad de opiniones tan interesantes como siempre, me gustaría para no repetir, analizar sólo un momento concreto.
    Para mí ha sido una secuencia preciosa.
    Me refiero al momento de mujer errante por París. No sólo por la maravillosa música , sino por esa secuencia de mujer abandonada , perdida, enamorada.
    Esa mujer que no comprende, que no entiende, que duda, que busca, pregunta, habla sola, se detiene, se desespera.
    Ese frenesí del amor. Esa interpretación en su cara, en su andar, en su pelo , en su mirada.
    Esa locura.
    Ya lo dijo en un momento dado al mirarse en el reflejo del coche " estoy horrible o estoy loca".
    Ese recuerdo a ".... y voy buscando lentamente, de mostrador en mostrador..... "
    Una bella expresión sin palabras y sólo con música de un amor malogrado envuelto con la sensualidad francesa de ese inicial " Je t' Aime".

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    1. Has oído los colores, has visto la música, has olido la pasión, has saboreado la noche y has tocado la esencia del cine.

      Gracias Trini, veo que has paseado como el crepúsculo por la película.

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  2. ¿La lógica del arte?

    Cuando analizamos una obra de arte desde un punto de vista lógico, nos desviamos de lo que debería ser la esencia de la obra. Puesto que hay muchos elementos, para mí, mucho más importantes. El cine es sentimiento, emoción, sensibilidad; no es ciencia, donde todo tenga que encajar como un teorema o un planteamiento matemático. La puesta en escena es mucho más que un argumento bien hilvanado.

    Recordemos al maestro John Ford cuando le preguntaron sobre su película “La diligencia”. Un periodista le comentó por qué los indios no disparaban a los caballos para detener a la diligencia, y Ford contestó que entonces se acabaría la película. Pues ese razonamiento tan sencillo es el que a veces tenemos que tener presente, si en las películas todo ocurriera desde un punto de vista lógico, no tendríamos la gran mayoría de las obras maestras de las que disfrutamos. Y eso lo podríamos transpolar a otras artes como la pintura, ¿qué hay de lógico en cuadros como “El grito” de Munch?, ni el cielo es así, mucho menos el agua y no digamos la figura humana. Pero desde su aparente sencillez, lo que nos transmite ese cuadro es mucho. Juan Pablo nos recordaba el viernes otra de las secuencias más absurdas y a la vez más bellas de la historia del cine, la secuencia de la avioneta en “Con la muerte en los talones”. ¿A quién se le ocurre asesinar a alguien llevándolo engañado a un maizal y acosarlo con una fumigadora? ¿No sería más fácil pegarle un tiro? Pues sí, pero eso nos habría usurpado uno de los momentos más memorables del cine del maestro Hitchcock.

    Si pensamos en la época y el lugar donde se realizó “Ascensor para el cadalso”, finales de los cincuenta en Francia. Comprobamos que dentro de esas coordenadas espacio temporales existía una revolución en el mundo del cine. Desde principios de los 50 a través de Cahiers du Cinema, abogaban porque el cine tuviera un lenguaje propio, alejado de la literatura y el teatro, por eso admiraban el cine de Hitchcock, Ford, Hawks, que contaban sus historias a través de la imagen, de los movimientos de cámara y de otros elementos visuales, es decir desde la puesta en escena, y la palabra quedaba relegada a un segundo término.

    Un ejemplo de esa época es el cine de Robert Bresson, un cineasta que buscaba un estilo propio, un estilo visual puro alejado de todo lo artificial, donde impera el lenguaje visual y sonoro. En una de sus mejores películas nos damos cuenta de ello desde el mismo título, puesto que desde ese momento nos cuenta el final de la película, “Un condenado a muerte se ha escapado”, vemos que le importa más como contar la historia que la historia en sí.

    En literatura existe una figura retórica que es la sinestesia, que consiste en mezclar sensaciones de sentidos distintos. “El calor de su mirada”, “El perfume de sus palabras”, “El sonido de su belleza” ¿Es algo lógico? Pues no. Pero es bello. En la creación literaria encontramos esta figura retórica, que pongo como ejemplo, igual que podría poner otras muchas, para comprobar que el arte es mucho más que un proceso lógico con un resultado matemático.

    Espero que mis letras huelan y suenen a amor por el arte, y mis reflexiones personales sean de color…azul.

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  3. ¡Uauhh, Juan Carlos! Que chulo, que bien escrito, que interesante, que bonito...

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  4. Sí, muy bonito, pero me han comentado que el ascensor fallaba

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